Es increíble, que a los 45 años, por pura casualidad, haya conocido en mi una faceta oculta. Descubrí que soy pervertida, bisexual, multiorgásmica, onanista, insaciable y no sé cuantas cosas más. Me llamo Silvia, 20 años de casada, morocha de labios carnosos, buena cola y grandes pechos. Mi marido – Marcelo- de igual edad, atlético, con un órgano sexual de medidas prominentes (por eso lo elegí), no pudimos tener hijos y seguramente fue la causa de nuestra gran actividad sexual… bueno voy directamente a la historia que es verdaderamente real.
Volviendo desde el trabajo hacia casa en colectivo, consigo un asiento al lado de una mujer que cuando nos vimos nos quedamos sorprendidas por el parecido de ambas (estatura, color de piel, cabello, facciones, hasta la forma de mirar y sonreír, nos pusimos a platicar sobre ello; nos hicimos amigas, intercambiamos teléfonos, facebook etc. y nos despedimos. Cuando ingresé a su cuenta, quedé un poco sorprendida por las fotos subidas de tono y por los contactos que ella tenía (que eran de personas bastantes liberales); además me veía reflejada en ella… pero también pude conocer su familia (esposo y tres hijos de 20, 21 y 22 años). Transcurrieron algunos días y nos invitaron (junto a mi esposo) a la fiesta de su cumple N° 43… Llegó el día (mejor dicho – la noche-). fuimos los primeros en llegar y recibidos muy amablemente por el matrimonio (Vicky y Leo) que vestían de manera mucho más osada que nosotros – sobretodo ella. que lucía una mini bastante suelta, que al caminar dejaba ver sus sensuales muslos prácticamente hasta el comienzo de sus nalgas y una blusa ajustada que marcaba sus enormes lolas y sus erectos pezones pues corpiño no tenía; él, con ropa sport de una marca bastante cara; contrastaba con nosotros que estábamos vestidos muy formal… su casa se veía imponente, típica de gente adinerada; luego de protocolares saludos, Vicky me llevó a conocer la casa dejando para el final su dormitorio; guau… realmente imponente… todos los muebles hecho a medida, una cama muy grande de forma redondeada, espejos en el techo, un smart-tv gigante y un trípode con una cámara para filmar… ante mi asombro me comentó pícaramente: “es para perfeccionarnos en el sexo y hablando de sexo mirá lo que tengo aquí” – mientras abría la puerta de un placar- se dejaba ver una colección de consoladores de todos los tamaños, formas y colores… seguramente debo haberme sonrojado, pues rápidamente tomó mi rostro, me miró a los ojos y dijo “todas las mujeres tenemos fantasías, yo las hago realidad”.
¡Es verdad! muchas veces me imaginé tener una o dos pijas de gran tamaño y estaban ahí al alcance de mi mano. Como sabiendo lo que yo pensaba, agarró un enorme dildo (de un metro más o menos con una cabeza en cada extremo), se la montó en su cuello y comenzó a pasar su lengua en una punta, mientras dejaba caer su blusa dejando libres sus enormes y hermosas tetas por donde pasaba la otra cabeza. Tuve un poco de temor, pero la excitación hizo que me quedara inmóvil mirando el espectáculo… sin titubear me tomó de la mano, me acercó a ella y muy suavemente comenzó a desprender los botones de mi camisa y acariciar mis pechos; ya estaba totalmente desnuda; besaba y acariciaba mis pezones, sin darme cuenta bajó suavemente hasta quedar de rodilla con lengua metida en mi raja… por momentos campaneaba mi clítoris con la punta del dildo y repentinamente introducía toda su lengua comprimiendo sus labios como un profundo beso… no me dejaba ni pensar y ya tenía otra escena más caliente que la anterior; sentía cómo de a poco iba introduciendo un consolador de color negro que sin percatarme ya había sacado de su lugar en el placar; mis piernas temblaban, mis jugos fluían copiosamente haciendo fácil la introducción de la cabeza del dildo monstruoso. Nos recostamos en la cama y con su mano guiaba la mía y me enseñaba a masturbarla con la otra punta, la mitad estaba dentro suyo y la otra mitas enterrado en mi cueva. Nunca había sentido algo así, prácticamente nuestras vaginas se tocaban, mientras nos movíamos y gritábamos de placer. Juntas llegamos al clímax. Lo que yo no sabía era que mi marido y Leo nos estaban mirando por otro Led que estaba conectado a la cámara. Ambos habían ingresado desnudos a la habitación, observo sus pinchilas duras y chorreantes junto a mis labios, las chupé desaforadamente como nunca lo había hecho; Marcelo me dijo jadeante por su calentura: “Hoy vas a cumplir tus fantasías de tener una verga monstruosa en tu chocho, la mía en tu culo y una tercera en tu boca, mientras una mujer te lame y te acaricia toda. Sin sacar el consolador de mi chocho, hizo que me recostara sobre ella en forma invertida y comenzamos a realizar el famoso 69; era la primera vez que probaba el sabor del sexo femenino, mientras tanto Nacho acercó su pija y comenzó a penetrar a Vicky sin sacar mi lengua y Leo queriendo metérmela por el culo sin lograrlo dado que que tenía un pedazo descomunalmente grueso y no había manera que mi ano se dilatara tanto. Les propuse que los hombres cambiaran de lugar y de esa manera la verga de mi esposo que es grande pero no tan gruesa pudo entrar sin problemas. Pude observar la escena por el TV del dormitorio, era la fantasía antes descripta por mi marido: Tenía los dos agujeros llenos, uno con casi 40 cm del juguete sexual y otro con 28 cm de carne venas y nervios, además, la pija de Leo que casi no me cabía en la boca, mientras Vcky chupaba mi clítoris. Estaba totalmente extasiada, diría casi perdida por la calentura, reía, lloraba, gritaba… gozaba. En un momento de semiinconsciencia, rogué por favor que me cogieran con las dos pijas verdaderas por lo que Leo se recostó de espalda sobre la cama y como una gata en celo pegué un salto para sentarme sobre ese tremendo pedazo de verga y no dejar nada fuera de mi. Me agaché todo lo que pude y paré la cola para recibir nuevamente el miembro duro y chorreante de mi esposo, a la vez que lamía tiernamente los grandes pezones rozados y suaves de mi amiga. Una pija entraba y la otra salía rítmicamente, me contorsionaba de placer hasta que ambas entraron juntas y acabaron a la vez; sentí que me inundaban de semen…exploté en un orgasmo tremendo… estaba tiritando, pero no podía dejar de sacudirme. Vicky que era fanática por la leche de hombre, comenzó a limpiar ese material viscoso y saborear los sobrantes de las pijas. Esas chupadas hicieron que ambas recuperaran su tamaño y consistencia rápidamente. Leo con el pensamiento fijo en mi culo, encaró y esta vez logró su cometido – con un poco de trabajo- pero valió la pena, me sentía un poco ahogada (no era para menos). Mi marido hacía lo mismo con Vicky, que había quedado un poco al margen, le incrustó un consolador por la vagina mientras se la cogía analmente… estuvimos por espacio de tres horas intercambiando posiciones y formas, no podía dejar de culear, me sentía cansada, un poco dolorida pero no satisfecha… Si esto parece una locura no quieran imaginarse lo que vino después.
Resulta que cuando las dos hombres entraron a la habitación a participar del acto sexual, ya habían llegado algunos comensales, y estos a su vez recibieron a los demás que llegaban a la fiesta, entraban a la casa, y los recibían en el living con una película porno. (que en realidad éramos nosotros); cuando se dieron cuenta, todos querían participar, especialmente los hombres. Junto a Vicky “como hermanas gemelas” estuvimos hasta las 6 de la mañana cogiendo sin parar; deben haber pasado diez o doce hombres (más) unas cuatro o cinco mujeres, a todos los secamos, los dejamos destruidos. Todos ellos comían y bebían, nosotros solo cogíamos. Ya todos se habían retirado, mi marido y Leo dormían plácidamente, Vicky y yo disfrutábamos de una charla con besos, mimos y unas buenas chupadas de tetas dentro de un hermoso yacusi; planeando nuestro próximo encuentro; que según ella sería en una granja que tenían en la provincia. Me dijo textualmente: Eso sí; “nosotras solas (sin maridos), pues tengo un potro que quiero voltearme y nunca pude y quiero que vos me ayudes y de paso lo compartimos, es negro, pura sangre y se llama Tornado. Como el del Zorro. Pero, esa es otra historia.